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martes, 3 de octubre de 2017

¿Qué hay de nuevo, viejo?


Freddy Bernal lanzó el “Plan Conejo” para luchar contra la guerra económica. Y, como no podía ser de otra manera, el debate al respecto transcurrió entre dos extremos: de un lado aquellos que lo consideraron el plan más revolucionario en materia alimentaria que a nadie se le hubiese ocurrido jamás; mientras del otro, aquellos que los descalificaron de entrada utilizando incluso razones sentimentales. Sin necesidad de venir a jugar a ser el fiel de la balanza, Caribay Delgado nos ofrece una versión de esta historia que seguro ayudará a nuestros lectoras y lectores a tener un criterio menos maniqueo para considerar qué tan buena o mala idea es, finalmente, la propuesta.


Por: Caribay Delgado Medina

Desde que Freddy Bernal anunciara el fulano “Plan Conejo”, el 12 de septiembre, hemos visto toda clase de noticias, sesudos análisis, enfurecidos ataques, pobres justificaciones, mamaderas de gallo, misceláneas y memes (¡madre mía, cuántos memes!). Lo único que brilla por su ausencia es una visión ecuánime del asunto. Hablemos sobre el conejo.

Para preguntas que yo sola no podía contestar busqué a José Milanés, militante tupamaro y cunicultor miembro de la Asociación de Cunicultores del estado Trujillo y a Gustavo Delgado, veterinario con maestría en Nutrición Animal de la Universidad de las Tunas (Cuba) que actualmente trabaja con la Misión Nevado en Zulia. Sus respuestas han sido editadas por motivos de claridad y concisión. 

¿Qué es un conejo?

El conejo (oryctolagus cunicylus), por un tecnicismo de los taxónomos, NO se considera un roedor: es un lagomorfo. Es originario de la Península Ibérica y de la costa norte de África occidental, y fue domesticado hace alrededor de 1.400 años en Francia, o sea, hace relativamente poco, si a ver vamos. Aunque es familia de la liebre (del género lepus) no debe confundirse con ella.

Desde su domesticación los humanos lo hemos modificado hasta llegar a tener un sinnúmero de razas; razas para carne, para mascota, para piel y para pelo. Sí, escribí “pelo”, como una oveja o una llama.

¿Y con qué se come eso?

Pues… casi como sea. Asado, guisado, horneado. El conejo es una carne bastante magra y nutritiva que, en cuanto a sabor, se asemeja más a las carnes blancas que a las rojas. Es muy versátil, pero a mí me parece que le quedan mejor las especias fuertes, y los condimentos ácidos y dulzones, como el limón o los vinos… es como comer un cruce entre pollo y venado.

El conejo llega a Venezuela con los españoles, y en algún momento, entre la violenta conquista de este territorio y los tiempos actuales, algunos conejos empezaron a hacer vida silvestre en el monte. La cunicultura, en cambio, no logró extenderse con el mismo éxito. Me explica Gustavo que durante el siglo XX inmigrantes españoles, portugueses e italianos, ávidos come-conejo, lograron levantar una muy débil, pero sostenida, costumbre de cría localizada en el centro del país, en los estados Carabobo, Aragua, Miranda y en la capital, siendo el mercado de esas conejeras pequeños restaurantes de comida ibérica e italiana, y unos pocos hogares ya acostumbrados a su sabor, o aventureros.

No sé al lector, a mí el llamado gubernamental a comer conejo no me pareció tan descabellado. La abuela de mi pareja y mi abuela (ambas del occidente del país) preparaban conejo con relativa frecuencia, y apenas este diciembre pasado mi familia se reunió para festejar y comer conejo en coco. Pero sí, ciertamente no es la carne más común en supermercados o carnicerías. En honor a la verdad, ni el conejo que comí este diciembre ni el que comían las abues en cuestión eran de cunicultura sino de cacería.

Conejo de dios que quitas el pecado del mundo

Ah, el conejo, dibujado por los escribas en los márgenes de manuscritos medievales, el animal (¿o quizás la liebre?) que ven los pueblos indígenas de Mesoamérica y los del Asia oriental cuando distinguen una figura en los cráteres grises de la luna. La liebre de las fábulas africanas transformada en símbolo de picardía e ingenio de los débiles en los cuentos folclóricos de gran parte de América, desde nuestro Tío Conejo caribeño, hasta el Br’er Rabbit del sur de Estados Unidos.

Algunos detractores del conejo-como-alimento dicen que es demasiado lindo para morir, y yo les pregunto ¿por qué es una mascotica tierna el conejo y no la gallina, los chivos, los cerdos o incluso las vacas?, ¿han contemplado acaso los ojos de un becerro y visto otra cosa que no sea ternura?, ¿qué tan distinta es la vida de un conejo de la de otro animal para consumo humano? De acuerdo con Milanés el ciclo “comienza con la monta de la coneja, y si queda embarazada se cuenta desde ese primer día hasta el día 32. Luego de que ella pare, el cunicultor tiene la opción de que la coneja vuelva a ser ‘servida’ por el conejo padre aun dándole de amamantar a los gazapos que ya están en desarrollo. Los gazapos se amamantan un mes, luego de ese mes se espera un aproximado de tres meses. En ese tiempo el conejo llega a pesar alrededor de tres kilos para luego ser beneficiado”. Si el conejo no se beneficia al cabo de esos dos o tres meses la carne resulta dura, no apta para la venta, pero sí para el consumo. ¿Cómo se mata un conejo? “Hay varias formas, pero la más común es guindarlo de las patas traseras, desviarle la cervical o darle un golpe en la cabeza, detrás de las orejas, y quitarle la piel mientras está tibio”. Casi el mismo procedimiento que para matar un pollo.

El conejo, un segundo mesías que nos salvará de la crisis

Freddy Bernal, a cargo del Ministerio de Agricultura Urbana y secretario general de los CLAP, cuando anuncia el Plan Conejo lo propone como una panacea que con pocos recursos, poco espacio, usando quinchoncho para sustituir al alimento concentrado y en el corto plazo de dos meses permitirá a pequeños productores tener dos kilos netos de carne por cada animal. Si parece muy bueno para ser cierto, probablemente lo es.

En marzo de 2016, José Milanés se animó a criar precisamente por estas razones, y pronto se dio cuenta que no era soplar y hacer botellas: “inicié con ocho madres y tres machos de raza neozelandesa cruzada con california. Las jaulas las fabricamos artesanalmente los tupas, y las primeras no tenían las medidas suficientes para que las madres dieran de mamar ni garantizaban la seguridad de los gazapos para que no se cayeran. Eso generó un 70% de mortalidad de los gazapos”.

Pero el verdadero meollo del asunto está en lo que come un conejo. Delgado me explica que un conejo silvestre come monte y luego toma sus heces directamente del ano y las ingiere, para aprovechar todos los nutrientes que no digirió la primera vez. Este proceso se llama cecotrofia. ¿Ajá, y los de cría? (esos no son cecotrófagos, las condiciones en las que viven dificultan el proceso). Delgado responde de inmediato “alimento concentrado para conejos”, un alimento balanceado (ABA) con presentaciones formuladas específicamente para las etapas de lactante, mantenimiento y engorde. En los inicios de su actividad conejera, cuando los alimentaba exclusivamente de concentrado, Milanés nunca vio ese alimento, dice que en el estado Trujillo eso no existe, él utiliza uno de engorde para cerdos, mantenimiento para caballos, o de vaca lechera.

¿Puede sustituirse este concentrado? Más importante todavía, ¿puede una dieta con base de quinchoncho, como la que plantea Bernal, engordar a un conejo en el tiempo estipulado? “Específicamente con quinchoncho, puro quinchoncho, se puede cubrir su necesidad nutricional, pero eso hay que complementarlo con polivitamínicos y un buen plan sanitario”, dice Gustavo Delgado, añade que si la alimentación del animal es monótona a base únicamente de sobras, la carne que resulta no es tan nutritiva como debería. También aclara que hay alternativas nutricionales vegetales de sobra para procesar a bajo costo que podrían usarse, pero que falta difusión de las mismas. Milanés lo confirma, está convencido de que no hay por qué atarse al alimento concentrado y procede a explicarme la pirámide alimenticia del conejo: la base es el forraje (“cualquier tipo de paja. En este caso yo uso la Cuba 22”), luego vienen las hierbas y verduras que principalmente garantizan proteínas (“como decir la moringa, el bledo, leucaena, hojas y tallos de plátano para el potasio, el repollo, la lechuga… incluso pequeñas cantidades de perejil y zanahoria que con moderación no les resultan tóxicas”), sigue el ABA, y por último lo que menos requieren son frutas y “chucherías”. Me aclara que el quinchoncho es parte del segundo peldaño de la pirámide, que los conejos no comen solamente los granos sino la planta íntegra, y que el almidón en exceso los podría matar. Él sigue investigando qué alimento es capaz de aportar las grasas que realmente garantizan el engorde en el tiempo estimado, pero no es el quinchoncho, y él todavía no lo ha encontrado. El aporte graso es la verdadera función que cumple el ABA en la pirámide, ese es el principal atolladero.

Para que este animalito sea una alternativa viable que pase a ser de las carnes más comerciales es indispensable la independencia total del ABA, o bien la garantía de que el suministro al productor será constante y que este lo use solo como complemento de una dieta basada en abundantes alimentos frescos. La realidad es que es difícil conseguirlo y el saco de 35 kg de alimento fabricado por Protinal sube de precio varias veces al mes. En agosto Milanés lo compró a 70 mil bolívares, y ahora se lo están vendiendo a 85 mil. Para ser más ilustrativa: 1) Mantener 10 conejos a punta de ABA hace que el saco dure más o menos una quincena, 2) Mantener los mismos conejos con una dieta combinada, como la que se describe, hace que el saco dure un mes, 3) a la fecha, un conejo de 2 kilos ya beneficiado, que se alimentó solo de concentrado, podría llegar a costar 20 mil Bs. al productor, mientras que uno alimentado con la dieta combinada le cuesta menos de 10 mil.

Sin embargo, hay un elemento con el que no estamos contando: en el Tablón de Monay, Pampán, estado Trujillo, existe una fábrica de ABA estadal de gran envergadura que podría aportar a la solución de este problema. ¿Qué pasa con ella? No está operativa desde hace ya más de un año. En el programa La Hojilla de este sábado 23, el gobernador Rangel Silva apuntó a que la causa principal es la falta de soya que requiere para producir. No sé por dónde empezar, así que no empiezo… las implicaciones políticas, económicas y agroecológicas de la importación de soya, o de su producción nacional (que tan entusiastamente promueve el gobernador, en especial para un estado como Trujillo) las podemos dejar para otro artículo y para otro despecho.

José me cuenta que logró reunirse con representantes regionales del Ministerio de Alimentación solamente luego de que se anunciara el plan, aunque la incipiente Asociación de Cunicultores del estado Trujillo (que agrupa a 20 productores) intentó contactarse con ellos desde inicios de año. No obstante, se mantiene muy optimista, la promoción de la cunicultura hizo parte del Plan de Gobierno 2017 en Trujillo. Por su parte, a Gustavo le preocupa que el plan haya sido pensado a partir de las condiciones agroecológicas de los Andes o de la región montañosa central, sin tomar en cuenta que en sitios como Zulia, donde él vive, el desarrollo de un conejo de conejera puede atrasarse por choque térmico. Asimismo, las enfermedades a las que son más propensos los conejos varían por región. Ambos coinciden en que ya ha ocurrido anteriormente que estas iniciativas gubernamentales ofrezcan a los nuevos pequeños productores educación y asesoría durante un corto período y luego los dejen a su suerte.

La raza a utilizar, las jaulas, los suministros, el apoyo técnico sanitario, la educación, el manejo, entre otros factores, son cruciales para el éxito o fracaso de los primeros meses de cría y, por lo tanto, de la continuidad del plan. Sumado a esto, si este es un plan de agricultura urbana y el quinchoncho juega un papel decisivo en su consolidación, casi está de más recalcar que la forma de obtenerlo debe ser estable y confiable. Aunque autóctona, por no ser muy comercial, es una de las leguminosas menos sembradas del campo venezolano y en los patios de los cunicultores urbanos seguro no habrá un montón de espacio para compartir su siembra masiva con las jaulas.

Algunos medios digitales chavistas ya empezaron, sin nombrarlo, a enaltecer el conejo mediante la abierta difamación del vacuno, de paso, proponiendo generalizar el consumo de ciertas carnes de monte que están en veda. Como si solamente la historia de explotación que rodea los inicios de la producción de carne en nuestro país fuera suficiente para justificar los ridículos precios a los que ha llegado a venderse el kilo de carne de res y lo inaccesible que se ha vuelto para muchos venezolanos.

Por supuesto que los todos los gustos, incluso los alimentarios, se ven influenciados en gran medida por la economía, y por supuesto que la reticencia a comer conejo no es infranqueable, pero Milanés explica que ha sido un obstáculo: “Hay muy poca curiosidad de eso”, más bien el lanzamiento del plan la ha incentivado. Le pregunté si había tenido que venderlos como mascotas en algún momento, me respondió que sí, que en algún momento llegó a vender gazapos como mascota y salían más que como animal para beneficio. Si se plantea el Plan Conejo seriamente deben tenerse claras las vías de comercialización y debe enseñarse a la gente a consumir carne de conejo (cocción adecuada, cortes, etc.). Pero lo mismo con las demás carnes menos populares, como la de chivo y ovejo que la mayor parte del país relaciona con dos o tres preparaciones específicas de ciertas regiones.

Al principio de mi entrevista con Gustavo, me contaba con muchísimo ánimo sobre las bondades y delicias del conejo, pero mientras avanzaba la conversación su frustración frente a la poca meticulosidad técnica, el burocratismo y la falta de continuidad y contraloría que ha visto en la implementación de varios de estos proyectos a gran escala iban oscureciendo más y más una conversación que yo inicialmente me había planteado corta y ligera. En nuestro paseo por el recuerdo hablamos de la ruta de inseminación artificial vacuna del Plan Florentino, de los saraos, de las hidroponías, de los gallineros verticales… sin embargo, cuando dejamos de hablar sentía que no recordaba una pieza importante. Tanto darle vueltas al tema de la importancia de elevar la disponibilidad y el consumo de proteínas en tiempo de guerra económica, tanto hablar de quinchonchos… ¡Ah, claro! ¿Alguien se acuerda en qué quedó el Plan Frijol?

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