En Venezuela hoy amaneció más temprano. Hace 58 años nació Hugo Chávez, llanero de espíritu, arañero de la vida y olímpico de corazón. Está de cumpleaños el que se convirtió en militar, soñando con ser un gran pelotero.
La vida no lo llevó a las “Grandes Ligas” del beisbol pero si lo puso en el cajón de bateo cuando el equipo rojo perdía con dos outs en el noveno. El zurdo sacó la pelota del estadio y le devolvió la sonrisa a su pueblo, hastiado de tanta derrota.
Hace 13 años el partido se puso bueno, te echaste el equipo al hombro y la pizarra cambió. En la lomita lanzaste la “rabo e cochino” y ponchaste al pasado. Ahora no hay solo un equipo en el terreno y son millones los que miran al futuro con esperanzas y deseos de ganar.
Un pelotazo del destino amenazó con robarnos los sueños. Parecía que la temporada se acababa para siempre pero no. El cuarto bate de Venezuela se le plantó de frente a la siniestra y le recordó: ¡El juego no se acaba sino hasta el out 27!
Esa serie la tenemos ya ganada. Dios escuchó (no en el Olimpo) el rezo de la abuela, la súplica de madres, las lágrimas de hombres y el llanto de los niños.
A un nuevo desafío te enfrentas junto a tu pueblo con la final de octubre. Ganar ese juego no basta, el jonronero quiere noquear al opositor para no dejar margen a la duda. Ahora es que queda temporada por delante pero, mientras se sacan los outs y se pulen los errores, tu equipo te felicita y desea salud y fuerzas, que es también para nosotros.
Aún quedan fallas que corregir y miles de partidos por ganar en este campeonato infinito por la humanidad. Venezuela y los pobres de este mundo te necesitan hoy y mañana, de pie, en el diamante de la vida.
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