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lunes, 3 de febrero de 2014

La conciliación no es una medida económica

No me voy a meter con las decisiones económicas adoptadas en los últimos días por el gobierno. Al no entender, para nada, a los economistas, me resulta muy difícil discernir cuándo, si no se hace esto o aquello, ocurrirán los derrumbes, explosiones y plagas de todo tipo, con que nos amenazan todos ellos, que por cierto, parecen ser los únicos profesionales que se sientan a la derecha e izquierda de dios.

Hasta aceptaría creer que no ocurrió una devaluación sino el establecimiento de un sistema dual de cambio… en concordancia con las áreas prioritarias de la Nación… Por eso, no me queda más remedio que resignarme a que el gobierno decidió (aunque parezca ambiguo) rescatar el mercado como camino al socialismo.

¡Qué se le va a hacer! Si no hemos podido producir con nuestras empresas sociales la harina para las arepas, apoyemos a la Polar que de eso sí sabe. Ya que no fuimos capaces de lograr la producción comunal de cebollas en Quibor, sigamos dándole nuestro respaldo a la empresa privada El Tunal (como se lo dio el alcalde rojo-rojito anterior), para que nos las venda a 90 bolívares el Kg.

Esas cosas sí las entiendo, pues, ellas no son medidas económicas. Las podemos describir con cualquiera de estos sinónimos que son muy elegantes: avenencia, acuerdo, conformidad, convenio, compromiso, arreglo, armonía, concordia, y hasta paz. Pero, son lo que son, decisiones políticas de conciliación con la burguesía a la que le seguimos atribuyendo capacidades productivas únicas.

Y para que tal conciliación quede perfectamente sellada, se nombra a una jovencita que, por más compromiso político que tenga, le falta los conocimientos y el fogueo para cumplir la tarea que ni Samán ni Granadillo pudieron realizar. El primero amordazado y la segunda empantanada en el establecimiento de los costos y márgenes de ganancia a no más de 19 familias de productos.

Eso sí, la nueva Ley dice que su razón es la consolidación del orden económico socialista productivo… Después me cuentan una de vaqueros.

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