A continuación hablarémos de la aplicación práctica de nuestros principios filosóficos. Es importante que en todas nuestras acciones busquemos la conformidad y congruencia con nuestros princpios fundamentales y se reflejen nuestras premisas y sistemas de valores.
Siempre habrán errores en nuestras acciones. Sólo la no-acción estaría libre de errores. Tenemos que evitar la independización descontrolada, apoyándonos en la cooperación colectiva. No nos interesa la dominancia privada individual ni el protagonismo autocrático.
Buscamos la verdad y nada más que la verdad, en todos los ámbitos de nuestras vidas. Rompemos dogmas no importa su procedencia. Nos consideramos como parte conciente de la sociedad, sabiendo que todos poseemos la capacidad de enfrentar los retos de la vida.
Uno de los instrumentos principales de las sociedades elitistas basadas en egoismos grupales es la monopolización y el encubrimiento de informaciones fundamentales. Con esto crean ventajas en los procesos de decisión, en caso de que estos procesos sean realizados en público, en primer lugar. Adicionalmente generan todo un constructo de una tecnocracia con sus respectivos "conocimientos expertos", con el que enfrentan el público común.
Pero cuando dejamos a un lado todo el teatro y el show que se celebra en todas partes y les ponemos la lupa a sus actores "expertos", entonces descubrimos rápidamente lo incapaz, inepto, deficiente y artificial que son. Y cuando logramos examinar a profundidad las bases de datos e informaciones concretas, entonces de repente entendemos toda la confusión, las irracionalidades y las absurdidades las que se expresan en las estructuras de organización y decisión.
Es precisamente el miedo de revelar las propias incapacidades el que lleva a muchas instituciones del Estado a la construcción desesperada de bloqueos burocráticos, de espacios de dominio privado para sus ocupantes e incluso a la restricción del acceso público a informaciones fundamentales para la toma de decisiones. Estos burócratas saben muy bien, que sus caprichos sólo son posibles mientras que logren mantener el pueblo común en la ignorancia.
A esto se suma el hecho de que la apropiación privada de los recursos sociales y financieros sólo la hace posible el encubrimiento y el secretismo. Son estas prácticas las que permiten la corrupción y los procesos de apoderamiento privado. Sólo el encubrimiento de los flujos financieros y de los procesos de decisión públicos hace posible la desviación privada de los recursos sociales.
En casi toda institución existen dos fuerzas motrices. Por un lado el afán compulsivo por la autoconservación en el sentido de ver la institución como fín en sí mismo, acompañado por el impedimento de cualquier inspección de las propias insuficiencias. Por otro lado el ventajismo privado intencional por parte de los funcionarios y/o empleados de la burocracia. Sabemos que también hay burócratas que actuan inconcientemente, forzados por la coerción grupal y obligados al paso acompasado. Ellos sólo tienen dos opciones, adaptarse o salirse.
Desde nuestra visión del reconocimiento general de la igualdad entre todos los seres humanos y en consecuencia de la emancipación de todos, al igual que la equidad de nuestras labores, es decir, de nuestros tiempos de vida, aspiramos lógicamente un ambiente de condiciones y posibilidades iguales para todo el mundo. Sabemos que todos y cada uno de nosotros poseemos los elementos necesarios para un desarrollo de nuestras capacidades en cualquier ámbito de la vida. También sabemos que esto depende en primer lugar de las circunstancias sociales en las cuales nacimos.
Pero nuestra posesión de ciertas capacidades se debe precisamente al hecho de habernos encontrado con los ambientes favorables para su desarrollo. No se trata de potencialidades individuales, genéticas, heredadas etc. Se trata precisamente de capacidades fomentadas o bloqueadas, según el caso, a través del acondicionamiento social. Nuestra tarea es la creación de esos espacios para todas las personas, dándoles la posibilidad para su libre desarrollo.
De esto resulta nuestra aspiración de hacer público todo aquello que pertenece al colectivo común. No toleramos estructuras ni constructos para el encubrimiento y la monopolización de procesos públicos. Sacamos todo lo social a la luz pública. Sólo así creamos las condiciones para la evaluación colectiva, para hallar los caminos correctos y para la elaboración de criterios que tocan los verdaderos intereses colectivos. Sólo el debate público, que se define exclusivamente acorde con ciertos criterios geográficos específicos, nos garantiza la generación de procesos racionalmente inteligibles.
Estos son los principios de la auto-gestión y la auto-organización local, cuya realización es imposible sin la transparencia absoluta en todas las esferas públicas. Como todos somos portadores de esas metas y todos conocemos las condiciones para su realización, pués simplemente las generamos. No nos dejamos irritar por los chillidos de todos aquellos que sólo buscan conservar sus espacios para la realización de sus intereses y caprichos personales a costa del colectivo común. Levantamos polvo y generamos pequeños "sismos" que nos ayudan a derrumbar esos constructos. Cuestionamos todo concepto irracional o dogmático que busca justificar el establecimiento de instancias públicas burocráticas.
Nuestro gran amigo, el Presidente Hugo Chávez, no se cansa en animarnos para la ejecución de ese poder popular, que es nuestro y que depende de nuestros criterios, de nuestra comprensión de un Buen Vivir para todos. Somos nosotros los que tenemos que entenderlo y realizar las condiciones. Somos nosotros los que tenemos que derrumbar todos esos constructos históricamente importados, que no son nuestros, que no son latinoamericanos.
Tenemos que eliminar esos constructos fabricados con métodos ajenos, porque son la basura de sistemas políticos y teorías políticas europeos. Sólo expresan los intereses de las élites dominantes, las cuales organizan la esclavitud del pueblo común, apoderándose de sus recursos, viviendo una vida lujosa sin la necesidad de trabajar, sin responsabilidades algunas, sin preocupaciones ni participación ni esfuerzos propios.
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