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martes, 5 de noviembre de 2013

¡LA ECONOMÍA, CAMARADA!

George Bush (padre), que fue presidente de EE.UU. de 1989 a 1993, tuvo una dilatada vida política de casi 30 años, siendo electo congresista a la Cámara de Representantes en 1967, Embajador ante la ONU en 1971, presidente del Comité Nacional del Partido Republicano en 1973, Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1976, y Vicepresidente durante el gobierno de Ronald Reagan de 1981 a 1989.
Es decir, no era un improvisado en la política estadounidense, sino que acumuló una vasta experiencia en temas nacionales e internacionales; claro, siempre a favor de los intereses imperialistas.

Durante su administración como presidente de EE.UU. se produjeron importantes acontecimientos que hicieron pasar esos breves años a la historia: en noviembre de 1989 cayó el llamado Muro de Berlín, símbolo del enfrentamiento Este-Oeste; en diciembre de 1989 invadió Panamá, capturando a Noriega y ocupando el país; en 1989-1990 cayeron todos los gobiernos del Bloque Socialista de Europa del Este; en enero de 1991 EE.UU. encabeza la “Operación Tormenta del Desierto” o comúnmente denominada Guerra del Golfo, contra Irak, ganándola en poco más de un mes; y, en diciembre de 1991 ─a menos de once meses de las elecciones presidenciales en las que Bush iba a la reelección─ se disuelve la URSS, luego de 74 años de representar el principal enemigo del imperialismo estadounidense.
Por todo ello, el Partido Demócrata veía difícil ganar las elecciones de 1992; pero el estratega de campaña de Bill Clinton, James Carville, le planteó enfocarse en temas cotidianos para la población, y de ahí surgió la frase “La economía, estúpido”, que tuvo una pegada inmediata y se convirtió en el símbolo del triunfo de Clinton sobre Bush en ese año.
En Venezuela, a lo largo de los últimos casi 15 años, hemos tenido ─como caracterizó el PCV en su 14º Congreso, en 2011─ “un gobierno democrático, progresista, de orientación patriótica, antioligárquica y antimonopólica, inscrito en un proceso de liberación nacional que se desarrolla pese a grandes dificultades, que promueve una distribución más equitativa de la riqueza”, y que ha llevado grandes beneficios que históricamente le habían sido negados al pueblo.
Pero, al mismo tiempo, el PCV alertó que después de las elecciones presidenciales de 2006 “comenzó un lento pero incesante proceso de debilitamiento relativo del apoyo popular al gobierno”, ante lo cual planteó que “es necesario reorientar revolucionariamente el proceso para corregir los graves vicios y desviaciones que han surgido en todos los niveles de gobierno, y que han deteriorado su credibilidad y debilitado el entusiasmo del apoyo popular”.

El Partido del Gallo Rojo dijo claramente que debían atacarse: “el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el asistencialismo como método para ganarse la voluntad inmediata de las masas de manera clientelar”.
En este sentido se inscriben las propuestas que está presentando el PCV para una Nueva Política Económica, de contenido patriótico, popular y revolucionario.
Es mucho lo que está en juego y hay que dar respuestas concretas y coherentes, con construcción y aplicación colectivas y unitarias.

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