Una de las cadenas de la dominación es hacer creer al dominado que el pensar, el estudio, es pérdida de tiempo y, por derivación, que los intelectuales son raros ejemplares que no resuelven nada, desperdicios.
El pensar con rigor y el estudio que lo soporta son despreciados. Y, en contraste, la acción, el movimiento, son realzados en sí mismos: el que se mueve, el “corri corri”, es señal de solución. Mantenerse ocupado, ajetreado, no tener tiempo para nada, es signo de eficiencia, no importa que no haya resultados.
El descanso, el ocio creador, la actividad intelectual es mal vista. Las reuniones de estudio político enjundioso se consideran pérdida de tiempo, se desprecian, son sustituidas por la “reunión de trabajo”. Ya la maniobra y el olfato resolverán las exigencias políticas.
Se han desarrollado imitaciones de acción, nadie quiere detenerse, simulan, como decía el General Torrijos, a las ardillas.
Esta conducta, que separa el pensar del actuar, es heredada de la cultura capitalista, ésta reservó el pensamiento para las clases dominantes, y el accionar para los trabajadores. Los transformó en simples piezas de máquinas, en robots sólo con capacidad para producir. Chaplin mostró muy bien esta realidad en la película “Tiempos Modernos”. Esta película debía ser vista por todos los revolucionarios, exhibida en las televisoras del gobierno.
De esta manera la dominación nos condena al pensamiento primitivo, que sólo considera el entorno, lo visible, lo sensorial, no permite elaboración teórica, evita que conozcamos al mundo más allá de los sentidos, nos confina al sentido común, nos limita a la táctica sin objetivo, nos priva de la estrategia que guía, aprendemos “pateando”. Estudiar, pensar, no es preciso. Así prepara la sociedad para la producción capitalista y evita insurrecciones.
Una Revolución es una acción fundamentalmente intelectual, subjetiva. Los dominantes saben esto y hacen del nopensamiento un “objetivo militar”. Sus medios de nocomunicación tienen como fin impedir el pensamiento riguroso.
Pueblo que no piensa con altura no puede entender la dominación, y mucho menos liberarse.
El estudio, el vuelo alto del pensar, ha sido centro en todas las Revoluciones, Bolívar lo entendió temprano, Robinson a ese objetivo ofrendó su vida. Lenin, el Che, Fidel, hacen del estudio y el pensar pilares de su acción. El Che, hasta el último día de su existencia, estudiaba, leía, escribía. Chávez es lector y promotor de lecturas y libros.
Es necesario derrotar la idea que nos inoculó la socialdemocracia de que la ignorancia es virtud, y el no-estudio, la improvisación, la espontaneidad, producen saberes que brotarían sin ningún esfuerzo, como el hongo después de la lluvia.
La revolución necesita de estudio, de pensar, de intelectuales orgánicos, es necesario prestigiarlos, formarlos y, sobre todo, unir la práctica a la teoría. Sólo así seremos verdaderamente eficaces.
De esta manera conseguiremos construirnos como pueblo consciente de su ubicación en el momento histórico, accionar con conocimiento de causa, dejar de ser ignorantes vanidosos, en resumen, ser verdaderos revolucionarios, hombres nuevos.
¡Chávez es Socialismo!
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